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Yo recibí el Espíritu Santo


Mi nombre es Gloria, antes de recibir El Espíritu Santo era una joven amargada, triste, y llena de odio. Tenía muchos traumas desde mi niñez, ya que en mi familia había violencia intrafamiliar, entonces fui creciendo con esa marca. Toda mi adolescencia aparenté tener una vida perfecta delante de los demás, siempre era la más animada, nadie se imaginaba que yo estaba sufriendo y que tenía un gran vacío en mi interior. Llegó un momento en el que creía que la vida no tenía sentido, y había venido a sufrir a este mundo. Comencé a beber para olvidarme de mis problemas, empecé a ir a fiestas, pero nada me hacía feliz, fui guardando todos esos sentimientos, no le decía a nadie lo que estaba pasando y tampoco busqué ayuda. Pasaron los años y comencé a estudiar en la universidad, pude titularme, conseguí un empleo, no me faltaba nada en casa, y aun así no me sentía contenta con mis logros, me dormía llorando y me despertaba llorando, vivir un día más era una tortura.

Fue así que conocí la Universal, me llamó la atención que las personas daban su testimonio diciendo que sus vidas fueron transformadas a través de su entrega total a Dios, y decidí comenzar a obedecer las enseñanzas que recibía participando en las reuniones, fui aprendiendo a como usar mi fe para vencer esos problemas. Hablaron sobre el Espíritu Santo, yo quería recibirlo para acabar con el vacío que había en mi interior, fui abandonando todo aquello que me alejaba de Dios, perdoné a mi familia, dejé de hacer mi voluntad para hacer la voluntad de Dios, hacía los ayunos de Daniel, propósitos de oración, fue un largo proceso, pero valió la pena. Llegó el día que recibí el Espíritu Santo, fue algo inexplicable, recibí paz, felicidad, fui llena de la presencia de Dios. Hoy soy una persona transformada, no necesito fiestas, ni alcohol para ser feliz, ya no tengo depresión, porque El Espíritu Santo me completó.



Mi nombre es Julio, antes de recibir el Espíritu Santo era un hombre alcohólico, mujeriego, todos los fines de semana pasaba fuera de la casa, a pesar de tener esposa e hijos no me importaba como ellos se sentían con mis actitudes. Mi matrimonio estaba destruido, no había paz en el hogar, nuestra situación económica estaba muy mal, yo me gastaba todo el salario en vicios. Dentro de mí había una necesidad de cambiar de vida y empecé a buscar una iglesia, y es así, como conocí la Iglesia Universal, comencé a participar, mis compañeros de trabajo se burlaban de mí por mi cambio repentino, ya que no quería salir con ellos, ni beber, quería hacer las cosas bien. En la Iglesia siempre escuchaba hablar del Espíritu Santo, pero no tenía el interés de saber quién era y como uno lo podía recibir. Pasando el tiempo comencé a desanimarme porque participaba en las reuniones por costumbre y no era sincero, empecé nuevamente a tener malas amistades, a ir a fiestas, a maltratar a mi familia, volvió mi mal carácter, ya no estaba de acuerdo con lo que era enseñado en la Iglesia, y así fui empeorando, yo sabía que algo dentro de mí no estaba bien, porque seguía amargado a pesar de hacer lo que me gustaba. Recuerdo que en la Iglesia justamente comenzó el Ayuno de Daniel, me di cuenta de que necesitaba tener un encuentro con Dios, y reconocí que solo Él podía sacarme de esa vida. Decidí abandonar todas las amistades que me hacían volver a las viejas prácticas, dejé la vida secular, fui cambiando mi mal carácter con mi familia, empecé a hacer las cosas distintas, me entregué de hecho y de verdad a Dios. En ese Ayuno de Daniel logré recibir el Espíritu Santo, y ha sido lo más maravilloso que he tenido en todos estos años, Él me llenó completamente, no necesito de malas amistades, no necesito de vicios, ni de fiestas, soy un hombre nuevo, junto a mi familia somos muy unidos, la relación con mi esposa cambió completamente, nos amamos mucho, hoy mi vida es feliz gracias al Espíritu Santo.

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