Junto a mi familia comenzamos a participar en la Iglesia Universal y usamos la fe en diferentes cadenas de oración. Al notar cómo los cambios positivos se hacían evidentes:
Mi madre, quien, sufría de tormentos espirituales, al igual que mi hermano al cual le habían diagnosticado una enfermedad incurable la cual no le permitiría ser normal, los dos estaban mejorando.
Con las cadenas de oración quería hacer más fuerte mi conexión con Dios. Estaba convencida de que quería permanecer en el sendero de Dios, así que una noche, durante una vigilia, abrí mi corazón y me entregué a Dios, buscando la salvación.
Después de esa entrega al Espíritu Santo pude experimentar una vida feliz y llena de momentos agradables.
Pero, en un momento de dudas y muy a mi pesar, abandoné esa fe por la cual había trabajado tanto, pensé que al alejarme tendría más libertades en el mundo, la rebeldía me cegaba.
Mi familia no tenía idea del tormento que vivía ni de mi mala conducta, mientras, sentía cada vez un profundo vacío por dentro.
Comencé a recordar mi vida cuando caminaba por el sendero de Dios y entendí que fue durante esa época que pude sentir la verdadera libertad. Mi familia insistió para que volviera a la casa de Dios y sin dudar decidí tomar esa una nueva oportunidad y a penas crucé las puertas de la casa de Dios pude sentir como toda la paz volvía a mi corazón.
Daverly Enciso.