Era un hombre dependiente a la cocaína y de la metanfetamina, cuando no tenía dinero para comprar, entraba a las tiendas y robaba, sentía que no podía estar sin drogas, eran mi mundo y por eso no medía las consecuencias de mis acciones. Eso me llevó a estar encarcelado en tres ocasiones. En ese tiempo ya no tenía un hogar y cuando nació mi primera hija, me dije a mí mismo que dejaría los vicios, pero no fue así, el consumo fue aún más fuerte.
Una oportunidad llegó cuando mi esposa escuchó sobre la Iglesia Universal. Ella comenzó a luchar primero por nuestro hogar y oraba por mí, para que tuviera fuerzas para dejar todos los vicios. A través de su perseverancia tomé la decisión de acompañarla. A partir de ese momento, logré ser libre de las drogas. Esto para mí es algo sorprendente, porque nunca había podido abandonar las adicciones. La relación con mi esposa se transformó, tenemos la alegría y paz que sólo Dios puede dar. El Espíritu Santo está en nuestras vidas y su Presencia transforma todo.
Hoy, mi esposa y mis hijos son lo más importantes para mí, ahora ellos forman parte de mis planes, de mi futuro y de mis sueños.
Comments