Crecí en un hogar
, con muchos problemas. Mi mamá nos crió sola y nuestras vidas eran tan miserables que yo no creía en Dios. Después de que mi mamá falleció, mi dolor aumentó. Yo tenía un pololo y proyecté mi vida junto a él. Tuvimos una relación de convivencia y tuve a mi hijo.
Cuando mi hijo nació tuve depresión post-parto y eso hacía que yo no lo quisiera, lo cuidaba, pero en mí no había un afecto o un instinto maternal. Mi vía de escape era mi trabajo, no obstante, era muy infeliz. Como yo crecí sin padre, pensaba que no podía darle lo mismo a mi hijo. Sin embargo, la relación era pésima, no había respeto y no había amor.
Pasaba enferma, todo lo que comía me hacía mal. No dormía por las noches. Salía y me asaltaban.
Empecé a tomar antidepresivos y relajantes musculares y pensé: “Me tomo estas pastillas y a mi hijo le doy la mitad de la dosis y termino con todo”.
Mi hermana me invitó a la Universal y pensé: “Esta es la última puerta que voy a tocar, si las cosas se dan ¡bien! Y si no, se acaba todo”.
Participé ese domingo en la reunión y sentí por primera vez un alivio, esa noche, después de muchos años logré dormir en paz, no necesité ninguna pastilla.
Mi situación mejoró en esos meses y escuché hablar de la Hoguera Santa, de un cambio de vida. Nos orientaron a confiar en Dios y yo confié en Dios, al pedir todo. Yo quería que Dios me diera una nueva vida. Y llegué al Altar con una entrega verdadera, yo sabía que si pedía todo de Dios, tenía que mostrarle a Dios que yo podía darme en todo para Él.
Desde entonces mi vida fue otra. Me cambiaron de área, pasando al área comercial, a ventas.
Yo no aspiraba a vivir en un espacio propio porque no me hallaba capaz. Entonces, Conquisté una casa propia, y conquisté un vehículo 0km, luego otro y los voy renovando cada cierto tiempo.
En otra Hoguera Santa sacrifiqué por mi vida sentimental y Dios me respondió.
El giro que yo tuve fue de 180 grados. Hoy tengo una vida económica estable, tengo una vida sentimental y familiar estable, tengo salud y puedo comer lo que yo quiera. Todo lo que tengo se lo debo a Dios, todo lo que yo tengo viene desde el Altar de Dios. Carolina
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