Nuestra relación entró en crisis, de un momento a otro sin explicación comenzamos a perder todo: perdimos nuestra casa, autos que teníamos, una cuenta bancaria e incluso hasta nuestros hijos quedaron separados de nosotros. Mi esposa entró en un estado crítico emocional, tenía depresión y llegó a pensar en el suicidio. El sufrimiento y la frustración por no salir adelante, llegaron al grado de yo caer en el vicio del alcohol. Todo ese sufrimiento nos llevó a separarnos.
El inicio a la transformación de una vida llegaría al conocer la Universal. Perseverando en la fe aprendimos a manifestar el Poder de Dios en nuestra relación. Fue así que ambos decidimos darnos una nueva oportunidad y nos volvimos a unir. Hoy mi esposa no padece más los problemas espirituales que padecía, yo fui libre del vicio del alcohol, recuperamos nuestros hijos; y también hemos logrado recuperar nuestra economía. Pero, sobre todo lo más importante, hoy tenemos al Señor Jesús como director de nuestra vida.
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