Sufrí con depresión mucho tiempo, me aislé, no quería ver a mi familia, tampoco me alimentaba. Era tanto el dolor que sentía en mi alma, que tomé la decisión de irme a matar al Río Mapocho. Inconscientemente salía sin rumbo a la calle, estaba muerta en vida. Una amiga me invitó a la Universal vine al día siguiente, inmediatamente cuando oraron por mí sentí una paz, un alivio. Yo hoy si puedo decir que la depresión tiene cura.
Señora Teresa