Tras perder a mi hijo, me había topado con el peor momento de mi vida, la noticia fue un choque tremendo que me dejó devastada. Sumado a esto, me sentía una persona desvalorizada debido a que de pequeña había sufrido de abusos sexuales por parte de un familiar. Todas estas tragedias me tenían atrapada en la depresión.
Tratando de salir del sufrimiento con el que lidiaba cada día de mi vida, me comprometí en una relación que lamentablemente resultó en nuevos problemas y conflictos para mi vida. Intentaba acabar con esos pesares que me atormentaban, pero sentía que todo estaba en mi contra.
Frustrada al ver que mi inestabilidad económica no me permitía cubrir las necesidades básicas de mi hogar, junto a mi pareja. Buscábamos la forma de quitarnos la vida ante la falta de respuestas. Buscando una salida fácil a través de un final trágico nos topamos con una persona que nos invitó a asistir a la Iglesia Universal.
Junto a mi pareja tomamos esto como una señal para una nueva oportunidad, aceptamos la invitación y comenzamos una lucha por los cambios que nuestras vidas requerían. Tuve mi encuentro con Dios y recibí el Espíritu Santo.
Adriana Montenegro.
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