Tenía muchos problemas. Mi hijo estaba desahuciado y mi esposo por estar en los vicios perdió su trabajo, fuera de eso, en nuestro matrimonio no existía el respeto, él me engañaba con diversas mujeres.
Ya no aguantaba más vivir de esa manera, no teníamos ni siquiera para pagar las cuentas básicas del día a día.
Conocí la Iglesia Universal a través de un programa de televisión, comenzamos a participar, y fue así que aprendimos a usar nuestra fe. Al poco tiempo mi hijo fue sanado, mi matrimonio fue restaurado y nuestra vida económica empezó a ser bendecida.
Dios nos bendijo y hoy somos prósperos, podemos comprar y comer lo que queremos, cosa que antes no podíamos hacer, ya no existe la escasez en nuestras vidas. Hoy tenemos de todo y lo mejor. Mi esposo dejó los vicios y hoy en nuestro matrimonio existe el respeto.
Pero la conquista mayor que recibimos, fue ser bautizados con el Espíritu Santo, Él es el pilar y la base de nuestras vidas.
Araceli Salado