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Mis complejos de inferioridad me hacían temerle a la vida


Estaba ahogada en problemas que al sumarse, habían destruido mi vida. Dentro de mi familia existía odio y rencor que me tenían bajo una fuerte depresión. Mis complejos de inferioridad me hacían temerle a la vida, me sentía una mujer inferior, incapaz de ser incluso una buena madre. Con el tiempo había generado un temor a la vida.

Había perdido el control de mi hogar, mis hijos se habían vuelto rebeldes, sin respeto y estaban incurriendo en actividades relacionadas al pandillaje. Aunado a la desgracia con la que lidiaba como madre, mi esposo era también una persona violenta me amedrentaba y maltrataba física y psicológicamente, con sus fuertes palabras había destrozado mi autoestima.

Me encontraba herida y cargada por dentro de algo muy grande y sin un lugar para poder desahogarme. Pensé en quitarme la vida.

Escuché la invitación a conocer a la Iglesia Universal, la cual al principio rechazaba, pero con el tiempo acepté y me acerqué a la casa de Dios, y través de mis oraciones los días viernes pude encontrar paz en mi interior. Y estoy en la búsqueda constante por el Espíritu Santo ¡El bien mayor!

Socorro V.

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