Soy empresaria, hoy tengo una vida feliz, pero no siempre mi vida fue así. Desde muy joven enfrenté un problema familiar. Después de la separación de mis padres, comencé a beber y me puse rebelde.
Tomaba whisky, vodka, cerveza. Usé drogas; marihuana y cocaína.
Llegó un momento en que decidí acabar con mi vida. Mi mamá salió a trabajar y yo estando sola tomé todas las pastillas que había en casa, recuerdo que habían 51 pastillas y un jarabe para la neumonía y tomé todo eso junto.
Salía con diferentes personas, incluso, con un hombre casado para ver si lograba amor. No entendía qué pasaba conmigo o qué era lo que me hacía falta.
No podía dormir porque tenía muchas pesadillas, estaba muy angustiada y entré en una profunda depresión. Sentía que a nadie le agradaba.
Todas las noches veía el programa de la iglesia porque me sentía protegida.
Sin embargo, una noche tuve una pesadilla muy real y muy horrible. Ese día me acerqué a mi mamá y le pedí ayuda, ella me invitó a participar en una reunión de la iglesia. A las 5 de la mañana yo ya estaba de pie para ir a la iglesia.
Aprendí a usar mi fe y empecé a hacer todo bien y ahí entendí que sin el Espíritu Santo no sería feliz.
No fue de la noche a la mañana, tuve que cambiar varias cosas dentro de mí y poner en práctica todo lo que estaba aprendiendo.
Cuando llegó el Espíritu Santo fue algo que no hay palabras para describir y vi el cambio en todo. Dios me eligió y cuando recibí el Espíritu Santo estaba segura del amor de Dios por mí. Me convertí en una mujer fuerte y segura.
Ya no tengo un complejo de inferioridad, sino que vivo por la fe.
La Universal es muy importante porque mi vida no habría cambiado de otra manera;
No hubiera conocido a Dios. No me imagino mi vida sin el Espíritu Santo.
Tatiane
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