Me había convertido en una mujer sin motivaciones en la vida, por lo que había buscado refugio en el alcohol. Mi vida como mujer estaba consumida en la tristeza provocada por los fracasos en mi vida sentimental.
El vacío en el interior se hacía cada vez más grande y peor, lo que me dejó una profunda depresión que no lograba vencer con nada, los días y las noches pasaban y se hacían eternas.
Un día escuché hablar en la televisión sobre la Iglesia Universal me sentí identificada con los testimonios de personas que usaron su fe y obtuvieron una respuesta así que, sin pensarlo dos veces, acudí a la Iglesia Universal y una vez allí comencé a trabajar para conseguir mi liberación a través del poder de la oración.
En la casa de Dios encontré la ayuda, me orientaron y ayudaron a salir de aquel pozo de depresión en el que me encontraba. En la actualidad he recuperado el entusiasmo por la vida y he encontrado la liberación.
Mi ha cambiado gracias a que obedecí la palabra de Dios, y pude encontrar lo más preciosos que cualquier persona puede tener, recibí el Espíritu Santo.
Zoraida Gonzalez.
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