Sufría con depresión, la reciente pérdida de un ser querido me sumergió en el dolor y sólo lloraba, ya no tenía apetito y debido a tanto dolor y oscuridad me había aislado de todos. Sentía que mi vida había perdido todo sentido.
Los malos pensamientos dominaban mi mente, no quería vivir y le pedía a mi fallecido que me llevara para hacerle compañía.
Recibí una invitación para asistir a la Iglesia Universal, cuando llegué estaba en mis peor momento: tenía enfermedades y estaba consumida por las deudas. Participando, obedeciendo, siendo fiel a Dios y usando mi fe logré recuperar el equilibrio en mi vida. Recuperé el amor por la vida y los deseos de vivir porque conocí a DIOS. No se puede explicar cómo es recibir el Espíritu Santo, pero es como si un cuerpo vacío de alguien que solo respiraba recibió vida, pasó a ver todo en colores y a disfrutar. Es saber que sin importar la dificultad Dios está conmigo y si ÉL está conmigo entonces venceré lo que sea. Además que nunca más uno se siente sola ¡Dios vive conmigo!
Desde el primer momento hasta el día de hoy he podido ver el cambio y el progreso en mi vida. Superé la muerte y construí una vida plena y feliz. Los deseos de suicidio se acabaron, yo conocí al Autor de la vida.
Le debo todo a Dios, sólo puedo agradecer, Dios me dio estabilidad emocional y pude concentrarme en superar cada área que estaba mal, como mi vida profesional.
Ana Mendoza.
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