Mi abuela me llevaba a los brujos en mi infancia y desde entonces, era atormentada oía voces, veía bultos.
En mi adolescencia experimenté drogas, alcohol, tuve relaciones con hombres casados y tuve relaciones con mujeres, iba siempre a fiestas, veía mucha pornografía y todo eso intentando llenar el vacío de mi interior.
Me fui a vivir sola y tenía miedo de estar sola en mi casa, entonces pasaba en la calle bebiendo alcohol, quedé dependiente del alcohol.
En la pandemia todo el mundo estaba preocupado en comprar comida y yo preocupada en comprar alcohol.
Fue en esas circunstancias que asistí un pedacito de una reunión en la televisión, la iglesia estaba cerrada, pero en aquel día mi casa se transformó en la iglesia y en ese momento me encontré con Dios. Después el pastor dijo: “Usted que cree que para usted ya no hay una salida, tal vez, está solo porque todos desistieron de usted, déjeme decirle que Dios no desistió de usted”.
Y pasé a acompañar esa programación todos los días y decidí entregarme a Dios e intentar dando todo de mí. Dejé los vicios, todo para agradar a Dios.
En una reunión el pastor habló prepare su mejor ropa usted que quiere casarse con Dios, usted que quiere tener un pacto con Dios. Busque una alianza que será señal de esa nueva vida junto a Dios y fue lo que hice, tenía todo listo de antes para el día 23 de diciembre de 2020. Ese día fue el mejor día de mi vida, recibí una paz, una alegría inexplicable y la seguridad de que Jesús me recibió de brazos abiertos y ese día me casé con Dios.
Mi transformación fue verdadera, le pedí perdón a todas las personas que lastimé a quienes ofendí, hoy el propio Dios es mi paz, mi felicidad y hoy soy una mujer completa. Betina Mascarenhas, 27 años.
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