
Crecí en un ambiente donde se practicaba la brujería. El tiempo pasó y siempre fui una persona enferma, delicado de salud, poco a poco estaba perdiendo mi visión y sufría con problemas mentales y nerviosismo.
No sabía qué más hacer porque el dinero no me rendía y consecuentemente a causa de esos problemas, mi esposa decidió que lo mejor para los dos era la separación. A partir de ese momento perdí todo y llegué a vivir en la calle.
Todo mi sufrimiento terminó cuando empecé a participar en la Universal. Aquí escuché hablar sobre la promesa de Malaquias 3:18, donde explica que Dios haría la diferencia entre aquellos que lo sirven y aquellos que no. Ahí fue donde comprendí que necesitaba hacer algo para llamar la atención de Dios y Dios no me ignoró, por el contrario cambió mi vida.
Hoy mi matrimonio está restaurado, nos hemos reconciliado y mi vida económica está a full, hoy tengo mi propio negocio.
Flaviano y Erika.