Desde niña sufrí con depresión. Pasaron los años y me torné en una mujer con mal carácter, siempre discutía con mis padres y mis hermanos. Cuando llegaba la noche, me iba a un lugar de mi casa donde estuviera sola y lloraba, sentía un gran dolor dentro mío. Nada tenía sentido para mí, solo quería morir.
Por medio de una invitación junto a mi mamá conocimos La Universal. A partir de la primera reunión que participé, sentí una paz que nunca antes había tenido. Fue así que fui libre de todos los males y tristezas que me atormentaban. Luego escuché hablar del Espíritu Santo, y me propuse a buscarlo. Fue así que un día fui bautizada con Su Espíritu. Ese día lo tengo guardado en mi memoria, porque a partir de ahí la tristeza y el vacío, ya no son parte de mi vida. Hoy soy una mujer feliz con muchas ganas de vivir y salir adelante, para mí el haber recibido el Espíritu Santo es la bendición más grande que una persona puede recibir. Estefany