
“Mi esposo se fue a operar de una hernia, hubo una negligencia médica y el diagnostico fue que moriría; todos los días nos decían que fueran nuestro hijos a despedirse.
Estuvo un mes mal, en riesgo vital.
Me indigné contra la situación y confié que Dios tenía el poder para cambiar ese diagnostico.
Un día clamé a Dios y le pedí que lo sanara completamente o se lo llevara.
Luego de esa indignación empecé a ver los resultados.
Pero no fue solo indignarse, yo hice todo lo que la fe me pidió.
Hoy, mi esposo está muy bien y recuperándose.
Invito a todos a tener esta fe sobrenatural y luchar por alcanzar el milagro porque Dios no falla”.
Silvia