Era una joven que siempre estaba peleando con todos mis familiares y siempre estaba en problemas, mi vida estaba llena de odio y rencor.
Era rebelde en todos los lugares por causa de todos los problemas en mi casa. Mi vida era un infierno y no sabía que más hacer con todo este dolor que estaba sintiendo. Por esa causa, empecé a pensar que el suicidio era la única solución para terminar con todo mi sufrimiento, incluso hasta lo intenté en tres ocasiones: dos veces cortándome las venas y la tercera vez al tomar una combinación de drogas, pero no funcionó porque mi cuerpo lo rechazó.
Mi situación cambió en el momento que fui invitada a la Iglesia Universal. Ahí aprendí a confiar en Dios y a usar mi fe para obtener los resultados positivos en mi vida. Perseverando en la fe, fue como aprendí que el Espíritu Santo era lo que necesitaba en mi vida. Así fue como lo busqué y lo encontré.
Hoy soy una joven feliz, vencí la depresión y los deseos de quitarme la vida, mi relación con mis familiares mejoró y ahora hay respeto y amor. Hoy puedo decir que lo que necesitaba para vencer todos los problemas espirituales era tener el Espíritu de Dios en mi vida.
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