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¿Dejaste de creer en ti mismo?

Entienda por qué creer en Dios es el primer paso para volver a tener fuerzas

En Su Palabra, el Señor Jesús garantizó lo siguiente:

“Jesús le dijo: ¿Cómo que si tú puedes? Todas las cosas son posibles para el que cree”, Marcos 9:23.

Con respecto a esta afirmación del Salvador, el obispo Macedo, en sus comentarios bíblicos, explicó que el verbo creer, en griego, no tiene una traducción precisa en algunos idiomas. En español, por ejemplo, se asemeja a “dar crédito”, pero en realidad significa tener plena confianza en la Palabra de Dios y aceptarla como verdadera, lanzándose sobre esta con todas las fuerzas y con todo el entendimiento. Por lo tanto, creer es mucho más que dar crédito; es entregarse completamente al Señor, con la seguridad de que Sus promesas se alcanzarán.

La confianza en Dios permite que quien vive situaciones desfavorables tenga paz, porque sabe que no está solo y confía en el actuar Divino. No se queda quieto, sino que hace lo que debe hacer con la dirección de Dios, quien lo capacita. Sin embargo, conociendo el poder de la confianza, el reino de las tinieblas trabaja para generar dudas y volverlo incrédulo, primero de Dios y luego de sí mismo. Lamentablemente, muchas personas son incrédulas y no creen que sus problemas amorosos puedan solucionarse, que el vicio pueda vencerse o que la situación económica sea recuperable. Así, siguen administrando problemas y dejan que la vida las lleve en cualquier dirección, volviéndose tan apáticas respecto a su propio camino que incluso dejan de preocuparse si están vivas o no.

¿De dónde proviene tu capacidad?

La Biblia está llena de ejemplos de personas que se consideraban incapaces e incluso se habían abandonado a sí mismas, pero, al escuchar la voz de Dios, creyeron en Él y en sí mismas, y lograron lo que parecía imposible. Moisés, por ejemplo, no creía en sí mismo cuando Dios le ordenó hablar con faraón para liberar al pueblo de Israel. Él dijo:

“Entonces Moisés dijo al Señor: Por favor, Señor, nunca he sido hombre elocuente, ni ayer ni en tiempos pasados, ni aun después de que has hablado a Tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua”, Éxodo 4:10.

Sin embargo, Dios le hizo entender que las condiciones para vencer los obstáculos vendrían de Él, no del hombre limitado que eligió para esa misión, diciéndole:

“Ahora pues, ve, y Yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que has de hablar”, Éxodo 4:12.

Moisés creyó, obedeció y liberó al pueblo de la esclavitud en Egipto.

Al igual que Moisés, Gedeón tampoco creía en sí mismo, pero creyó en Dios y liberó a su pueblo. Como ellos, innumerables personajes bíblicos y personas anónimas a lo largo de la historia habían desistido de toda posibilidad de cambio cuando comprendieron que, más que creer en sí mismos, debían creer en aquel que tiene todo el poder.

De hecho, el hombre es limitado, pero para el Creador de todo no hay límites. Cuando una persona Le entrega su vida, esta se vuelve (y se siente) capaz de realizar lo que sea necesario, porque confía en el poder de Dios que opera en ella.

Cuando alguien deja de creer en sí mismo, tiende a abandonar o despreciar áreas de su vida. Esta actitud no solo puede generarle sufrimiento en esta vida, sino que también puede resultar en su sufrimiento eterno, ya que quien ha abandonado la fidelidad, por ejemplo, seguirá pecando hasta el fin y no buscará la Salvación.

El obispo Macedo explica: “El Todopoderoso le da al ser humano pruebas de Su amor, cuidado y protección. Él Se deleita en socorrerlo en sus aflicciones y en recompensar la confianza y la fidelidad depositadas en Su Palabra. Además de este constante celo, el Señor tiene reservado para el justo una gloria en el Cielo que supera la limitada comprensión humana. La revelación parcial en las Escrituras sobre la eternidad ya nos deja extasiados, pero la alegría y la honra que están reservadas para los que aman a Dios trascienden la mayor y mejor imaginación que alguien pueda tener. El Altísimo trabaja en favor de quienes esperan en Él, y no se cansa de hacerlo. Esperar en Dios es confiar en Su Palabra y en Su justicia; es creer que Sus promesas se cumplirán, independientemente del tiempo que tome; es vivir por la fe día a día, sin dudar de Su Palabra y de Su carácter fiel. Lamentablemente, muchos se cansan de esperar y desisten, dejando de alcanzar sus objetivos y, consecuentemente, de glorificar el nombre de Jesús”.

¡Cree!



¿No crees en ti mismo? ¿No ves una solución para tu vida? ¿Dudas de tu capacidad para realizar proyectos o alcanzar la paz y la felicidad? Recuerda que Dios cree en ti. Él, desde el pasado, elige a los incrédulos para hacer una alianza con ellos y volverlos victoriosos. Por eso, ¡deja de menospreciarte! Todo lo que necesitas es buscar a Dios, porque al creer en Él, volverás a creer en ti mismo. Así, cuando tengas un testimonio de victoria, será evidente que el poder de Dios actúa en tu vida.

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