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Crecí en medio de mucha violencia


Padecía de traumas que venía arrastrando desde la infancia, pues crecí en un hogar perpetrado por la violencia. Mi padre era una persona violenta y abusaba físicamente de mi madre, de niña vi como era golpeada.

Al crecer mis hermanos abandonaron el hogar motivado por el rencor que habían acumulado hacia nuestro padre. Todos esos años de violencia y maltratos habían generado un sentimiento de odio por parte de sus hijos. Yo misma dejé de hablar a mi padre por muchos años.

Escuché a mi cuñada hablar de la Iglesia Universal así que comencé a participar en las cadenas de liberación y la búsqueda del Espíritu Santo, gracias a mi constancia logré sanar de todo ese rencor que le tenía a mi padre. Él viendo mi cambio también lo quiso para si y desde entonces me acompaña y participa en la Iglesia Universal para reconstruir la relación familiar.

Todo este cambio fue posible gracias a la obra del Espíritu Santo, pues sólo Él nos da esa fuerza para perdonar, sólo Él puede sanar esas heridas del alma que uno guarda desde la infancia. Sólo el Espíritu Santo pudo restaurar mi vida.

María H.

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